“Bajo un gobierno que encarcela injustamente a
cualquiera, el verdadero lugar de un hombre justo es también una prisión.”
Henry David Thoreau
Madrid,
madrugada del 17 de Mayo
Mi cabeza era un hervidero. Acudían a mi memoria recuerdos
de un pasado no tan lejano. Muchas asambleas, reuniones y debates a cuestas.
Muchas opiniones vertidas y atendidas. Cantidad de ideas escuchadas. Escuchar a
gente desolada, resentida también, ilusionados otros, pero todos con la
esperanza de ser capaces de crear un futuro. Cada persona un pensamiento, cada
pensamiento un cúmulo distinto de ideas. Diversas formas de enfocar el mismo
tema. Distintos puntos de vista que buscan convergir en el mismo logro. Distintos medios para
conseguir el mismo fin: crear un futuro. Tratar de amortiguar el dolor, minimizarlo
al máximo. Repetirme a mí mismo como una retahíla: “todo cuenta, todo es lucha
“. Luchar contra un sistema injusto, que criminaliza todo lo que pone en
peligro los valores establecidos e impuestos por él mismo. Me preguntaba a mí
mismo sin encontrar respuesta: pero por qué cojones estoy aquí ?. Y vuelta a
empezar, como un pez que se muerde la cola. Se presentaba una noche larga, muy
larga e insomne.
A la mañana siguiente bien temprano, vinieron a buscarme a
la celda cuando apenas hacía un cuarto de hora que había acabado de desayunar.
Me condujeron a un cuarto, que me recordó a los que se acostumbra a ver en los
interrogatorios policiales de las películas americanas. El guardia me dijo que
me sentara y esperara. Las paredes de la habitación, aunque en mejor estado que
las de la celda, necesitaban una mano de pintura de forma urgente. Tenía una
pantalla de cristal opaco, enfrente, justo delante de mí, una mesa, tipo escritorio
sin cajones de color oscuro, encima, un cenicero de latón color cobre.
Irrumpieron en la habitación dos individuos,
por el aspecto supuse que se trataba de dos agentes de paisano. El que
iba delante vestía chaqueta de sport, pantalones chinos y mocasines, de
estatura media, barba de varios días y unos treinta y cinco años. El que entró
después, cerrando la puerta tras de sí, vestía traje de chaqueta y corbata,
algo más alto que el otro agente, era pobre de pelo y llevaba gafas, aparentaba
más de cincuenta años. Sin más preámbulos, comenzaron un bombardeo masivo de
preguntas.Empezaron por datos que ya conocían sobre mi persona: nombre,
apellidos, domicilio, etc. Observé que no portaban ningún tipo de papel y que
ni se molestaban en tomar nota de lo que decía. Sin previo aviso, el más joven
de los dos agentes, se quedó mirándome fijamente a los ojos y me dijo: “Chaval,
no sé si eres consciente de que estás metido en un buen lío”.
No sé exactamente si fue la forma de pronunciar las
palabras, o la expresión de su cara mientras me las escupía, pero consiguió
convencerme, debo reconocer que me convenció. Tomé conciencia de que las cosas
se me complicaban. Lo peor de todo, es que no tenía ni puñetera idea de a qué
se refería. Tan sólo pude balbucir un casi ininteligible “esto debe de tratarse
de un error agente”. Entonces entró en acción el más maduro de los dos, no sé
bien de dónde sacó una foto que arrojó encima de la mesa, justo delante de mí,
mientras el más joven me espetaba de forma tajante: “ ¡¡conoce a éste sujeto!?
”. Al ver el rostro que aparecía en la
foto, fue como si me volviesen a golpear en la cabeza igual que la noche
anterior, durante la detención. Empezaron a acudir a mi mente imágenes de un
pasado reciente; escenas sin importancia, comenzaron de pronto a adquirir
relevancia.
-
Mira éste
es Pedro, le recuerdas, es el compañero de la Asamblea de Carabanchel.
-
Hola
Pedro, qué tal?.
-
Pues aquí,
compañero, a ver si somos capaces de petar esto.
-
Sí, esto
hay que petarlo, pero por lo que tengo entendido, hoy la cosa es tranquila.
Cuando volví a la realidad, tenía la cara del agente más
joven muy pegada a mi cara y con expresión severa, me decía: “ Me estás escuchando?. Quiero que te
concentres y me digas si conoces a este sujeto “. Tratando de ganar tiempo,
completamente descolocado y con la mente en otro sitio le contesté que “ no
estaba del todo seguro, pero que desconocía de qué iba todo este asunto “.
-
Veréis, yo
pienso igual que vosotros, sólo que como podéis ver, pasa el tiempo y los
resultados son escasos. Creo que la lucha debe ser más activa, debemos
responder a su violencia de forma proporcional .No debemos dejar que crean que
nos amedrentan, y no podemos perder más tiempo.
- A qué te
refieres exactamente con lo de “ lucha más activa y a responder de forma
proporcional ”.
-
Pues a que
debemos ser más incisivos a la hora de reclamar nuestros derechos. La protesta
pacífica no funciona, se la pasan por el arco del triunfo. Debemos pasar a la
acción…
-
Joder, más
acción…
- Me refiero
a otro tipo de acción, una más efectiva. Creo que me entiendes.
Al verme pensativo; el del traje y la corbata, volvió a
hacerlo, se sacó otra foto de no sé dónde y me puso delante de las narices una
imagen de la misma persona estrechando mi mano con expresión afectuosa:
_Verá – le dije – no sé muy bien de qué va todo esto, ni
siquiera sé de qué se me acusa para haber sido arrestado de esta forma. Pero si
lo que me están realizando es un interrogatorio en toda regla, exijo la
presencia de mi abogado, asegurándoles que dispongo de medios para costeármelo.
_Tranquilo, chaval, no te pongas nervioso – contestó el más
joven de los agentes – de momento sólo estamos conversando.
_ Hay dos formas de
hacerlo – intervino el del traje mientras se acercaba más a la mesa – una fácil
y otra digamos… muy difícil para ti. Si colaboras con nosotros, se te acusará
simplemente de incitación a la violencia, participación en manifestación no
autorizada y desacato. Apenas una pasada por el Juez, la cosa no creo que
llegue siquiera a multa. La otra alternativa, tenemos tiempo para pensarla y te
aseguro que no te resultará nada agradable.
Cerré los ojos, los apreté muy fuerte y pensé para mis
adentros “que sea un sueño por favor, que todo esto sea un mal sueño, que
cuando abra los ojos esto no sea real. Prometo dejar los porros – bueno, o casi
– y ser más ordenado. Pero por favor que esto no me esté pasando de verdad". "Hay que joderse - me dije - con el mogollón en que me he metido y todavía tengo tiempo para la ironía".
_ A qué se refieren exactamente cuando me hablan de “
colaborar “. - dije contrariado -.
_El tipo de la foto es un activista de la Asamblea de
Carabanchel, además de tener conexión con grupos ultras y antisistemas, también lidera un grupo de toca pelotas que comienzan a
resultar especialmente peligrosos para la sociedad. Auténticos terroristas,
vaya. Hay gente que empieza a ponerse muy nerviosa y les quieren fuera, quiere
quitar de la circulación a todo el paquete de una tacada. Y por supuesto,
queremos saber quien está por encima de él. Sabemos que uno de los que recibe
órdenes directas, es alguien, al que
todas las fuentes indican que es conocido en los círculos como “El
Disidente”.
_ Como ya
sabrán; yo tan sólo soy un mindundi. Siento no poderles ayudar en todo esto.
Insisto en el tema de que no sé exactamente el porqué estoy detenido.
_ Esperamos que dejes de hacerte el chico listo y colabores. Dinos; qué sabes sobre “el Disidente”?.
_ “El Disidente”?. No sé nada sobre él, se lo puedo
asegurar.
Definitivamente; convine conmigo mismo en que el agente del
traje, sin lugar a dudas, podría ser alguna especie de ilusionista del papel,
experto en filigranas, que hacía aparecer de forma mágica y de improviso,
imágenes impresas. Ya que volvió a hacerlo: sin darse importancia ninguna, hizo
aparecer ante mis ojos una serie de fotografías junto a mi amigo José, en
distintos lugares, incluso en los mismos lugares, pero en diferentes días y
ocasiones.
_ Conoces al tipo de las fotos?. – me preguntó el más joven
de los agentes, mientras el del traje me observaba, atento, expectante,
pendiente de algo, que yo ignoraba qué podía ser.
_ Usted qué cree?. – iban a interrumpirme malhumorados,
cuando continué diciendo – no es que le conozca es que me he casi, casi, criado
con él. Se llama José.
_ Ya sabemos que se llama José – aseguró el mayor de los
policías – lo que queremos que nos digas es si es “el Disidente”.
_ José?. joder tú flipas tío!. – me miraban los dos con cara
de pocos amigos, por lo que continué, aunque me parecía absurdo – Miren; no
tengo ni idea de quién es “el Disidente”, pero lo que les puedo asegurar es que
si hay alguien que no puede ser, ese es José.
_ Al parecer, nos hemos equivocado contigo. Vas de listillo y no nos gustan los listillos. Nos estás haciendo enfadar y eso puede resultar malo para ti. - me dijo el más joven de los agentes -.
_ Miren; yo no voy de "listillo", se lo puedo asegurar, y nada más lejos de mi intención que enfadarles. Está bien, reconozco que alguna vez oí hablar del "Disidente", pero nunca le he visto, enserio. He acudido a cientos de asambleas de barrio, pero ninguna trascendente ni organizativa. Es que les aseguro que en realidad no sé por qué me han detenido de la forma en que me han detenido.
_ Al parecer, nos hemos equivocado contigo. Vas de listillo y no nos gustan los listillos. Nos estás haciendo enfadar y eso puede resultar malo para ti. - me dijo el más joven de los agentes -.
_ Miren; yo no voy de "listillo", se lo puedo asegurar, y nada más lejos de mi intención que enfadarles. Está bien, reconozco que alguna vez oí hablar del "Disidente", pero nunca le he visto, enserio. He acudido a cientos de asambleas de barrio, pero ninguna trascendente ni organizativa. Es que les aseguro que en realidad no sé por qué me han detenido de la forma en que me han detenido.
Madrid,
mañana del 16 de Mayo
Jorge había pasado una noche incómoda, le despertó un fuerte
pinchazo en el costado derecho, al darse la vuelta en la cama. Primero; pensó
que estaba lloviendo, ya que le llegaba el murmullo del agua al caer, pero después,
reparó en que la procedencia del ruido no era la ventana, sino el baño. Abrió
los ojos para cerciorarse, y pudo comprobar, que los rayos de luz perforaban la
persiana que no estaba completamente bajada. Se incorporó en la cama, se tocó
el costado derecho - ¡ hostias, como dolía! – después de dar un pequeño
respingo y una queja reprimida, se miró la zona, comprobando, que estaba
inundada por un derrame interno y la hinchazón era moderada. El ruido del agua al caer
del baño, dejó de escucharse, cogió un cigarrillo del paquete de tabaco que
había encima de la mesita y un encendedor. Comenzó a fumar abstraído, pensando
en secuencias vividas la noche anterior. Apretó, sin prestar demasiada
atención, el botón del mando a distancia para poner la televisión. La imagen
que le ofrecía la cadena de televisión pública, eran las noticias, hacía tiempo
que Jorge no prestaba demasiada atención a las noticias de televisión y mucho
menos las que provenían de la cadena pública. Por lo que siguió repasando su
mala suerte de la noche anterior y de cómo el cabronazo del UIP de turno, tuvo
que encontrar su cuerpo, interponiéndose en el movimiento mecánico de su brazo
mientras manejaba la defensa, más comúnmente denominada porra.
Le venía a la cabeza la noche anterior, la explosión, el
aturdimiento, el desconcierto y la incertidumbre. Después, el miedo y el
tumulto producido durante la carga policial. A pesar de la carrera, por un
momento, pudo ver como José increpaba a Pedro, hubo un momento de clara
discusión entre los dos compañeros. Acto seguido, notó el palotazo y ya todo le
dio un poco igual, durante algunos minutos, bastante tenía con llenar sus
pulmones de aire. Raquel insistía en que acudiesen a un hospital para que le
echasen un vistazo, a lo que él se negó. Con todo, pasaron por un centro de
salud, que en su día tenía servicio de urgencias, pero hacía más de un año que
se mantenía cerrado por las noches. Decidieron, que tanto para él como para
Raquel, se había acabado la noche. Regresaban a casa. Por suerte podrían dormir
juntos, ya que los padres de Jorge habían acudido a la boda de unos amigos
fuera de Madrid. Recordaba el empeño de Raquel por coger un taxi, y el suyo por
volver en Metro, a pesar de la incertidumbre que comenzaba a embargarle sobre el
alcance de la lesión, y el temor de que el envalentonamiento inicial y el
hacerse el machote, se pudiese volver en su contra.
La pomada que untó Raquel sobre la zona proporcionando un
suave masaje, el canuto de maría y el antiinflamatorio, le dejaron en
condiciones medianamente aceptables, para poder cumplir con las expectativas que
había puestas en aquella noche planeada con anterioridad por la pareja. Y
¡joder, qué noche!. La verdad es que no ha estado nada mal – pensaba esto
Jorge, cuando apareció en la habitación Raquel -.
Raquel salía del baño, portando, como única vestimenta, una
toalla en la cabeza, recogiendo el pelo mojado a modo de turbante. Jorge se la
quedó mirando y no pudo reprimir un silbido piropeando su cuerpo.
_ Cómo te encuentras cari? – le preguntó a
Jorge mientras se colocaba el tanga – si quieres te vuelvo a untar otra vez
crema.
_ Me duele menos que anoche, si me quieres echar más crema,
yo creo que son esas manos las que me curan.
La mujer, esbozó una sonrisa y se inclinó, buscando los
labios de su novio, embelesado admirando sus bonitos y generosos pechos, para
besarlos con un beso profundo que comenzaba a extenderse, cuando reparó en lo
que el presentador de televisión anunciaba.
“Con respecto a la
explosión de ayer, tras los incidentes acontecidos después de la Manifestación Aniversario
del 15M. Todo parece indicar, a pesar de que continúan las investigaciones
policiales, que pudiera tratarse de un atentado, perpetrado por alguno de los
grupos antisistema que se camuflan en el interior de dicho
Movimiento. Al parecer, el coche bomba, explosionó al impactar contra uno de
los vehículos de transporte de la policía, generando la explosión simultánea de
los dos vehículos. La policía científica, sigue investigando en el lugar de los
hechos. Hay dos policías heridos, uno de ellos con pronóstico grave, y un civil
que todavía sigue en la UCI del Hospital Gregorio Marañón, pero por el que, al
parecer, no se teme por su vida. Como les informábamos, continúan las pesquisas
policiales, por lo que, resulta prematuro realizar cualquier tipo de conjetura sobre los
hechos ocurridos. Les seguiremos informando”.
Raquel y Jorge se miraban estupefactos, asombrados, no daban
crédito a lo que acababan de escuchar. Por fin Jorge pudo pronunciar un casi
ininteligible: “Joder!, un atentado. Yo es que alucino!”.
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