lunes, 2 de mayo de 2011

DECEPCIONANTE UNO DE MAYO



                                                                                                                                                          
Decepcionante, la celebración de ayer en Madrid. Es cierto que el 1 de Mayo, es la celebración del día del trabajo. Es cierto, que con casi 5 millones de parados, hay poco que celebrar. Es cierto que existe la sensación de que lanzarse a la calle, para reivindicar derechos, no sirve para nada, como ha pasado en Francia y Grecia. Es cierto que hay cada vez mayor desarraigo de la clase trabajadora hacia los sindicatos. El obrero no se siente representado por los sindicatos de clase, al menos por los mayoritarios.

También puede ser cierto - lo que afirma el Catedrático de Economía, Jorge Calero – que el foco principal de la sociedad “ya no está en el trabajo, sino en el consumo, y esto es aún más palpable entre los jóvenes. En la época de crecimiento, abandonaron los estudios y accedieron a empleos sin cualificación. Por ello no han articulado sus identidades alrededor del mundo del trabajo, la precariedad y la rotación les han hecho desconectar del mundo sindical".

Lo que parece evidente es que hay una pérdida generalizada, de conciencia de clase trabajadora. De que hay que luchar, que tenemos que salir a la calle con pancartas, banderas, exponer nuestras demandas. Incluso las élites que deciden, han acabado contagiando a las bases, sumiéndolas en una falta de espíritu de lucha. No se acaba de entender que se negocie, haciendo nuestro trabajo y nuestros derechos más precarios todavía.

Pero al menos, en otros países, los sindicatos y partidos obreros se unen el Primero de Mayo para hacer una demostración de fuerza y oponerse a los factores de la crisis. Aquí, vemos cada vez más mini manifestaciones -ahora, en Madrid, seis o siete, ¿qué más da? -. A la difícil situación, hay que sumarle el hecho de que nada parece ser suficiente para movilizar al español. Por lo que la manifestación central, está cada vez más reducida.

Con esa desunión y esa mínima carencia demostrada de empeño reivindicativo, seguirán indefinidamente las clásicas protestas contra la crisis… en el bar.

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